La Rocío Kinesióloga https://larociokinesiologa.com Genero, movimiento y pensamiento critico Wed, 18 Dec 2024 23:25:31 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.7.1 https://larociokinesiologa.com/wp-content/uploads/2024/11/logoR-100x100.png La Rocío Kinesióloga https://larociokinesiologa.com 32 32 ¿Por qué es tan difícil para nosotras mantener una rutina de ejercicio? https://larociokinesiologa.com/mantener-una-rutina-de-ejercicio/ https://larociokinesiologa.com/mantener-una-rutina-de-ejercicio/#comments Mon, 09 Dec 2024 20:13:36 +0000 https://larociokinesiologa.com/?p=185 Desde que terminé mis estudios hace varios años, y a lo largo de toda mi práctica clínica y las formaciones posteriores que he realizado, hay una pregunta que se repite constantemente: ¿Cómo lograr que las mujeres nos involucremos más en la actividad física?

La semana pasada tuve la oportunidad de asistir a la primera Jornada en Salud de la Mujer, organizada por la OCHIKISAM (Organización Chilena de Kinesiología en Salud de la Mujer). Entre los muchos temas interesantes que se abordaron, no podía faltar el de la actividad física.

Un punto que quedó en evidencia durante las discusiones es la falta de información específica desglosada por sexo. En su mayoría, los estudios clínicos se han centrado en hombres, lo que significa que nuestras necesidades reales, como mujeres, aún no están completamente estudiadas. Aunque el conocimiento en esta área está en expansión, persisten lagunas significativas que merecen mayor atención.

Y en efecto, nuestra relación con la actividad física es un tema complejo, lleno de matices que reflejan las desigualdades sociales, culturales y económicas a las que nos enfrentamos a diario. A simple vista, podría parecer una cuestión de "falta de disciplina" o "prioridades equivocadas", pero cuando rascamos la superficie, descubrimos que las barreras son mucho más profundas y estructurales.

La realidad es que el camino hacia una práctica sostenida de ejercicio está lleno de obstáculos bien específicos para nosotras las mujeres. Desde las expectativas sociales que dictan cómo debemos comportarnos o lucir, hasta las responsabilidades desproporcionadas en el hogar y los espacios públicos que no siempre son seguros ni inclusivos. Incluso el propio diseño de programas de actividad física rara vez toma en cuenta nuestras experiencias y necesidades únicas, ya que están diseñados para y por hombres y después extrapolan un modelo que muchas veces sino la mayoría nos excluye, incluso sin intención.

Por ejemplo, desde niñas recibimos el mensaje de que los deportes y el movimiento físico no es "para nosotras". En la pubertad, los cambios corporales traen consigo inseguridades y, en muchos casos, abandono de la actividad física por temor al juicio o al acoso. En la adultez, las cargas de cuidado y las expectativas sociales nos colocan en una encrucijada constante entre cuidar de los demás y cuidarnos a nosotras mismas, y el ejercicio físico suele quedar fuera de la lista de prioridades.

A esto se suma el bombardeo constante de la cultura de la dieta y los estereotipos de belleza, que convierten al ejercicio en una herramienta para encajar en moldes inalcanzables, en lugar de un espacio para el bienestar. Muchas mujeres asocian la actividad física con culpa, fracaso o castigo, en lugar de verla como una oportunidad de moverse en función de lo que necesitan o disfrutan.

Además, los espacios de ejercicio físico tampoco ayudan. Gimnasios saturados de mensajes sobre "transformaciones" y "mejoras" físicas pueden ser intimidantes, mientras que el miedo al juicio social o al acoso ahuyenta a muchas de nosotras de actividades al aire libre. La falta de representación diversa en los medios deportivos y la ausencia de modelos femeninos accesibles refuerzan la percepción de que "el ejercicio no es para todas".

Pero aquí está lo más importante: ninguna de estas barreras es culpa de nosotras. Estas dificultades no son producto de nuestra "falta de voluntad" o "malos hábitos", sino de un sistema que históricamente no ha pensado en nosotras al diseñar espacios, programas y discursos en torno a la actividad física.

Entonces, ¿Cómo podemos empezar a cambiar esto?
Primero, necesitamos hablar de esto. Entender que estas barreras existen es el primer paso para desmontarlas. No se trata de "motivarse más", sino de cuestionar y desafiar los sistemas que limitan nuestras posibilidades.

En una próxima masterclass, explorare a profundidad estas realidades: desde las raíces de estas barreras hasta estrategias basadas en evidencia que pueden ayudarnos a construir una relación diferente con el ejercicio. Una relación que no está dictada por expectativas externas, sino por lo que cada una de nosotras realmente necesite y quiera.

Porque el ejercicio puede ser para todas, pero primero tenemos que reescribir las reglas del juego.

Referencias

Wilson OWA, Colinear C, Guthrie D, Bopp M. Gender differences in college student physical activity, and campus recreational facility use, and comfort. J Am Coll Health [Internet]. 2022;70(5):1315–20. Available from: http://dx.doi.org/10.1080/07448481.2020.1804388

McArthur D, Dumas A, Woodend K, Beach S, Stacey D. Factors influencing adherence to regular exercise in middle-aged women: a qualitative study to inform clinical practice. BMC Womens Health [Internet]. 2014;14(1):49. Available from: http://dx.doi.org/10.1186/1472-6874-14-49

Gender Differences in Motivation and Barriers for The Practice of Physical Exercise in Adolescence Iago Portela-Pino 1, Antonio López-Castedo 2, María José Martínez-Patiño 1. María José Martínez-Patiño. 2(2).

Rosselli M, Ermini E, Tosi B, Boddi M, Stefani L, Toncelli L, et al. Gender differences in barriers to physical activity among adolescents. Nutr Metab Cardiovasc Dis [Internet]. 2020;30(9):1582–9. Available from: http://dx.doi.org/10.1016/j.numecd.2020.05.005

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Masterclass https://larociokinesiologa.com/masterclass/ https://larociokinesiologa.com/masterclass/#respond Sat, 07 Dec 2024 23:28:54 +0000 https://larociokinesiologa.com/?p=174 ¿Qué es lanzar como niña?

Lanzar como niña: Cuando la socialización dibuja nuestros límites.

¿Alguna vez te has preguntado por qué a las niñas y mujeres se nos educa para movernos de manera diferente a los hombres? ¿Por qué se nos enseña a ser "delicadas", "contenidas" y "frágiles"?

Detrás de estas supuestas diferencias "naturales" se esconde una compleja trama de expectativas y condicionamientos de género que, sin que nos demos cuenta, van moldeando la forma en que nos relacionamos con nuestros cuerpos y el espacio que ocupamos.

En esta masterclass grabada más guía complementaria, vamos a desentrañar esas verdades incómodas sobre cómo el género impacta nuestra experiencia corporal. Exploraremos cómo la socialización nos ha enseñado a limitarnos, a sentirnos incapaces, y cómo podemos empezar a reclamar el movimiento y la confianza que nos han sido negados. 

En esta masterclass aprenderás:

El origen histórico del análisis "lanzar como niña".

Cómo los mandatos de género limitan nuestro potencial físico.

Por qué la "fragilidad femenina" es una construcción social.

Para mujeres curiosas que cuestionan lo establecido y buscan entender su relación con el movimiento desde una perspectiva científica y crítica. Y para todas aquellas que tienen niñas o trabajan con niñas.

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No es Cuestión de Biología: El Rol de la Socialización en el Movimiento Infantil https://larociokinesiologa.com/no-es-cuestion-de-biologia/ https://larociokinesiologa.com/no-es-cuestion-de-biologia/#respond Wed, 04 Dec 2024 15:00:47 +0000 https://larociokinesiologa.com/?p=165 Desde el instante en que aprendemos a movernos—gatear, caminar, correr—el movimiento se convierte en parte esencial de quienes somos. Sin embargo, no todos los cuerpos reciben las mismas oportunidades para desarrollarlo. Aunque a menudo se suponen diferencias en habilidades físicas entre niños y niñas, muchas de estas desigualdades están más relacionadas con la socialización que con la biología. Detrás de cada salto, carrera o lanzamiento, hay una historia de expectativas sociales y de género que moldean nuestras habilidades, autopercepción y relación con la actividad física.

¿Biología o socialización?

Investigaciones han identificado diferencias en las habilidades motoras fundamentales (HMF) entre niñas y niños de 3 a 6 años. Mientras que ellos suelen destacar en el control de objetos, como lanzar o atrapar, Las niñas tienden a mostrar mejores habilidades locomotoras, como correr o saltar. Aunque algunas explicaciones atribuyen esto a factores biológicos, los contextos sociales y culturales juegan un papel determinante.

Las niñas suelen ser incentivadas a participar en actividades más estáticas o que priorizan la coordinación fina, mientras que a los niños se les motiva a explorar deportes que requieren fuerza y ​​velocidad. Este patrón, basado en estereotipos de género, limita el desarrollo de habilidades físicas desde edades tempranas y tiene consecuencias a largo plazo en la relación de las mujeres con el ejercicio y la actividad física.

La influencia de los estereotipos en la actividad física.

La división de actividades por género comienza temprano. Mientras que a los niños se les anima a ser competitivo y desarrollar fuerza, a las niñas se les educa para moverse de forma “controlada” o “grácil”. Esto no afecta solo su habilidad para realizar ciertas actividades físicas, sino también su percepción de competencia en deportes o ejercicios que tradicionalmente se asocian con características masculinas.

Sin embargo, los estudios muestran que cuando las niñas tienen acceso a las mismas oportunidades de práctica y entrenamiento que los niños, las diferencias de género en las habilidades motoras se reducen considerablemente. Esto subraya que las desigualdades no son una cuestión de capacidades innatas, sino de exposición y acceso.

Cómo avanzar hacia una socialización más equitativa

El cambio requiere un esfuerzo colectivo, y hay pasos concretos que podemos tomar para mejorar las oportunidades de desarrollo motor en las niñas. Como profesionales, educadoras, madres o simplemente mujeres que alguna vez fuimos niñas, podemos generar cambios significativos:

Cuestionar los estereotipos de género: Es esencial replantearnos las actividades que fomentamos en niñas y niños. Las habilidades motoras como el control de objetos o la fuerza no son exclusivas de un género y deben ser promovidas por igual.

Garantizar igualdad de acceso: Las escuelas, clubes deportivos y familias deben crear entornos inclusivos donde niñas y niños puedan participar en actividades físicas diversas, desde deportes de equipo hasta habilidades individuales.

Revisar nuestras propias experiencias: Como adultas, también podemos analizar cómo nuestra socialización influyó en nuestra relación con el ejercicio. Reconocer estas dinámicas puede ayudarnos a tomar decisiones más informadas y fomentar una visión diferente para las generaciones futuras.

El debate sobre las habilidades motoras fundamentales y el género no solo se trata de qué actividades realizamos, sino de cómo las expectativas sociales influyen en nuestras oportunidades y experiencias. Cambiar esta narrativa requiere entender que las diferencias físicas entre niñas y niños no son una barrera, sino el resultado de un acceso desigual a la práctica y al aprendizaje.

Cuando replanteamos cómo educamos a las niñas sobre sus cuerpos y su potencial físico, abrimos la puerta a un desarrollo más equitativo y, en última instancia, a una relación más saludable con el movimiento. Al final, no se trata de moverse “como se espera”, sino de asegurarnos de que todos tengan la posibilidad de moverse según sus capacidades y deseos.

Zheng Y, Ye W, Korivi M, Liu Y, Hong F. Gender differences in fundamental motor skills proficiency in children aged 3-6 years: A systematic review and meta-analysis. Int J Environ Res Public Health. 2022;19(14):8318. Disponible en: http://dx.doi.org/10.3390/ijerph19148318

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El Espacio que Habitamos: Una Reflexión sobre el Juego y el Género https://larociokinesiologa.com/el-espacio-que-habitamos/ https://larociokinesiologa.com/el-espacio-que-habitamos/#respond Tue, 19 Nov 2024 19:51:59 +0000 https://larociokinesiologa.com/?p=156 ¿Alguna vez has observado detenidamente un patio de recreo? Es un microcosmos fascinante donde se despliega, sin filtros, el guion social que hemos heredado. Niñas dibujando en las esquinas, niños ocupando el centro de la cancha. Un patrón aparentemente inocente que esconde toda una arquitectura de expectativas y límites invisibles.


La investigación "Boys and Girls Come Out to Play", o “Niños y Niñas salen a jugar” revela algo que quizás ya intuías: no es casualidad que las niñas tiendan a ocupar los márgenes mientras los niños dominan los espacios centrales. No es natural que ellas prefieran los juegos quietos mientras ellos corren libremente. Es el resultado de un diseño social tan sutil como efectivo.


Piensa en tu propia infancia. ¿Dónde jugabas? ¿Qué espacios sentías que te pertenecían? Las muñecas y las casitas no son solo juguetes; son herramientas de domesticación temprana. Mientras los niños construyen torres y las derriban, explorando los límites de su fuerza y su impacto en el mundo, a las niñas se les entregan miniaturas de electrodomésticos. El mensaje es claro: tu lugar está en el interior, en lo pequeño, en lo controlado.


La evidencia científica es contundente: estas diferencias en el juego infantil tienen consecuencias profundas en el desarrollo espacial, físico y cognitivo. No es que las niñas nazcan con menos capacidad para el movimiento o el pensamiento espacial; es que sistemáticamente se les niega la oportunidad de desarrollar estas habilidades.


Lo verdaderamente revelador es cómo estos patrones de juego infantil se traducen en la forma en que habitamos el mundo como adultas. La investigación muestra que las mujeres que tuvieron menos exposición a juegos físicos y espaciales durante su infancia tienden a mostrar mayor inseguridad al ocupar espacios públicos. No es coincidencia que muchas evitemos ciertos lugares o actividades, que nos hagamos pequeñas en el transporte público, que pidamos perdón al pasar.


Este fenómeno no es natural ni inevitable. Es el resultado directo de una socialización que nos enseña, desde muy temprano, a ocupar menos espacio, a movernos menos, a hacer menos ruido. La ciencia lo confirma: nuestros cuerpos guardan memoria de estas limitaciones aprendidas.


¿Qué dice la evidencia sobre cómo revertir estos patrones? Los estudios demuestran que la exposición temprana a actividades físicas y espaciales diversas tiene un impacto significativo en el desarrollo de la confianza corporal y la orientación espacial. No es solo sobre moverse más; es sobre reclamar el derecho a ocupar espacio.


La neuroplasticidad cerebral nos dice que estos patrones pueden modificarse a cualquier edad. Cada vez que una mujer decide ocupar un espacio tradicionalmente masculino, cada vez que una niña trepa un árbol o juega fútbol, se están creando nuevas conexiones neuronales que desafían años de condicionamiento social.


La próxima vez que veas a una niña jugando, observa: ¿está explorando libremente o está siguiendo un guion invisible? La ciencia nos muestra que el juego no es neutral; es un campo de batalla donde se ensayan y se refuerzan los roles sociales.


Pero también nos muestra que el cambio es posible. Las investigaciones sobre desarrollo infantil revelan que cuando se eliminan las expectativas de género en el juego, las preferencias "naturales" se desvanecen. No hay juegos de niñas o de niños; hay juegos que nos permiten crecer y otros que nos limitan.


Los datos son claros: cuando las niñas tienen acceso a espacios y actividades diversos, sin el peso de las expectativas de género, su desarrollo espacial y físico iguala al de los niños. No es magia ni ideología; es el resultado medible de eliminar barreras artificiales.


Como mujeres adultas, entender estos mecanismos nos permite cuestionar y desafiar nuestros propios límites internalizados. La ciencia nos respalda: el espacio nos pertenece tanto como a cualquier otra persona. No es una cuestión de creencias o de deseos; es un derecho fundamentado en la evidencia de nuestra igual capacidad para ocupar, crear y transformar el mundo.


La próxima vez que sientas la tentación de hacerte pequeña, recuerda: tu relación con el espacio fue cuidadosamente construida desde tu niñez. Pero lo que fue construido puede ser deconstruido. No es una promesa vacía; es una conclusión respaldada por décadas de investigación sobre desarrollo humano y neuroplasticidad.


El cambio comienza con la conciencia. Y tú, que estás leyendo esto, ya has dado el primer paso al cuestionar lo que siempre se presentó como natural e inevitable. La evidencia está de nuestro lado: el espacio es un derecho, no un privilegio.


O’Connor D, McCormack M, Robinson C, O’Rourke V. Boys and girls come out to play: Gender differences in children’s play patterns. In: EDULEARN17 Proceedings. IATED; 2017.

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Lanzando Barreras: Cómo la Socialización de Género Impacta Nuestras Habilidades Motoras y Cómo “Lanzar Como Niña” Lo Explica Todo https://larociokinesiologa.com/lanzando-barreras-como-la-socializacion-de-genero-impacta-nuestras-habilidades-motoras-y-como-lanzar-como-nina-lo-explica-todo/ https://larociokinesiologa.com/lanzando-barreras-como-la-socializacion-de-genero-impacta-nuestras-habilidades-motoras-y-como-lanzar-como-nina-lo-explica-todo/#respond Fri, 08 Nov 2024 23:46:41 +0000 https://larociokinesiologa.com/?p=106 Si alguna vez has escuchado la frase "lanzas como niña", sabes que no es un elogio. Lo que debería ser un simple comentario sobre cómo lanzamos, a menudo es una crítica disfrazada que minimiza nuestras habilidades físicas, nos reduce a seres menos competentes y nos impone una etiqueta que nunca pedimos. Iris Marion Young, en su ensayo "Lanzar como niña", desmenuza este fenómeno y lo conecta con la forma en que las mujeres experimentamos nuestro cuerpo en una sociedad que constantemente nos dice qué hacer con él. Curiosamente, las observaciones que Young hace en su texto filosófico encuentran eco en estudios recientes sobre el rendimiento motor y las diferencias de género. El cuerpo no se escapa de las estructuras sociales, y mucho menos cuando se trata de cómo nos movemos, nos desenvolvemos y hasta cómo lanzamos.

¿Lanzar como niña o lanzar bajo el peso de la cultura?

Iris Marion Young sugiere que el acto de "lanzar como niña" es una expresión de la forma en que las mujeres aprendemos a habitar nuestros cuerpos de manera restrictiva y fragmentada. En lugar de movernos con confianza y libertad, tendemos a hacerlo con cautela, protegiéndonos de posibles juicios o peligros. No es que nuestras habilidades físicas sean inferiores; es que hemos sido socializadas para contenerlas. Esta idea central en su ensayo coincide notablemente con los hallazgos del estudio sobre diferencias de género en el lanzamiento por encima del hombro.

Cuando el estudio señala que no existen diferencias cuantitativas significativas entre niños y niñas en cuanto a la precisión del lanzamiento, vemos que las niñas tienen la capacidad de ser tan precisas como los niños. Sin embargo, cuando observamos el rendimiento cualitativo, surge una brecha. Las niñas no utilizan el cuerpo de la misma manera: su rotación del tronco es menos eficiente, sus pasos más tímidos, y sus movimientos carecen de la fluidez y coordinación que los niños tienden a desarrollar.

Lo que Iris Marion Young describe en su ensayo —la contención corporal y la falta de confianza en el uso de nuestras capacidades físicas— está presente también en los resultados de este estudio. No se trata de que no sepamos lanzar; se trata de que hemos sido enseñadas a no hacerlo completamente. Hemos sido entrenadas, en un sentido cultural, para movernos con "gracia" pero no con poder. Así, nuestras acciones, desde el lanzamiento de una pelota hasta la forma en que ocupamos el espacio, reflejan una vida de contención física.

El estancamiento en la pubertad: Cuando el cuerpo cambia y la sociedad nos contiene más

Iris Marion Young señala que las mujeres vivimos nuestro cuerpo como algo fragmentado, como si no pudiéramos integrarlo en un todo funcional. Esta experiencia es clara durante la pubertad, cuando el estudio revela que las niñas tienden a estancarse en su desarrollo motor, mientras que los niños continúan progresando. En lugar de avanzar hacia movimientos más potentes y coordinados, las niñas parecen "congelarse" en ciertas técnicas menos efectivas, especialmente en la rotación del tronco y el retroceso del brazo (backswing).

Esto no es solo un fenómeno físico, sino una manifestación de la forma en que nos enseñan a estar en el mundo. Durante la pubertad, muchas niñas reciben mensajes claros: "No seas demasiado visible, se cuidadosa no se te vaya a ver algo, no ocupes demasiado espacio". Estos mensajes se internalizan profundamente, y como resultado, evitamos movimientos grandes y expansivos. No es que no podamos lanzar o correr con la misma fuerza que los niños; es que aprendemos a contenernos para no romper las normas sociales.

En este sentido, tanto el ensayo de Iris Marion Young como el estudio sobre las habilidades de lanzamiento apuntan a un problema más grande: el modo en que la cultura nos enseña a experimentar y usar nuestro cuerpo. La pubertad marca el punto en el que estas expectativas sociales se solidifican, convirtiéndose en barreras invisibles que nos impiden desarrollar todo nuestro potencial físico. No es casualidad que las niñas tiendan a estancarse en esta etapa, mientras que los niños son impulsados a seguir adelante, perfeccionando su técnica y explorando su fuerza.

El mito del cuerpo femenino frágil: Cuando la belleza importa más que el rendimiento

Tanto Iris Marion Young como los autores del estudio apuntan a una idea fundamental: la forma en que el cuerpo femenino es socialmente construido. Mientras a los niños se les enseña a usar su cuerpo como una herramienta de acción y poder, a las niñas se nos enseña a ver nuestro cuerpo como un objeto que debe ser moldeado y controlado, sobre todo desde la perspectiva estética. Esto impacta profundamente en cómo experimentamos el movimiento.

Los resultados del estudio muestran que las niñas no logran desarrollar una rotación del tronco tan eficiente como los niños. Esto podría deberse a que, socialmente, se nos enseña que nuestro cuerpo debe moverse de manera "grácil" y controlada, no con fuerza o potencia. Aquí es donde el mito de la belleza entra en juego: el cuerpo femenino debe ser atractivo, no funcional.

Iris Marion Young critica esta fragmentación del cuerpo, señalando que muchas mujeres no sienten que tienen el derecho de usar todo su cuerpo con libertad. El lanzamiento por encima del hombro es solo una expresión más de este fenómeno: no es que nuestras habilidades físicas sean inherentemente inferiores, sino que la sociedad ha definido cómo podemos y debemos usar nuestros cuerpos. El resultado es que muchas de nosotras crecimos limitadas, sin sentir que podíamos aprovechar nuestra fuerza física sin ser juzgadas o ridiculizadas.

Reclamando nuestro cuerpo: Lanzar como acto de resistencia

Tanto el estudio como las reflexiones de Iris Marion Young nos invitan a cuestionar las formas en que hemos sido enseñadas a ocupar nuestros cuerpos. No se trata simplemente de lanzar mejor una pelota, sino de reclamar nuestra capacidad física y nuestra relación con el movimiento. Aprender a lanzar con fuerza y precisión no es solo un desafío físico, sino también un acto de resistencia contra las normas sociales que nos han contenido.

Cuando lanzamos una pelota, cuando corremos, cuando saltamos, estamos haciendo más que mover nuestro cuerpo: estamos rompiendo con una narrativa cultural que ha intentado limitarnos durante siglos. La próxima vez que escuches a alguien decir "lanzas como niña", pregúntate: ¿qué significa realmente esa frase? Si significa moverse bajo el peso de la expectativa social, entonces, ¿por qué no desafiarla?

Como bien dice Iris Marion Young, "lanzar como niña" no tiene que ver con nuestra incapacidad, sino con la forma en que la sociedad nos ha enseñado a experimentar el mundo físico.

Este cruce entre el ensayo de Iris Marion Young y el estudio sobre el rendimiento motor nos revela una verdad profunda: no somos nosotras las que estamos limitadas; es la cultura la que nos ha limitado. Lanzar una pelota puede parecer un acto simple, pero detrás de ese movimiento se esconde un universo de expectativas sociales que debemos desmantelar.

Young IM. Throwing like a girl: A phenomenology of feminine body comportment motility and spatiality. Hum Stud [Internet]. 1980;3(1):137–56. Disponible en: http://dx.doi.org/10.1007/bf02331805

Gromeier M, Koester D and Schack T (2017) Gender Differences in Motor Skills of the Overarm Throw. Front. Psychol. 8:212. doi: 10.3389/fpsyg.2017.00212

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Lanzando Barreras: Cómo la Socialización de Género Influye en Nuestras Habilidades Motoras y Más Allá https://larociokinesiologa.com/lanzando-barreras/ https://larociokinesiologa.com/lanzando-barreras/#respond Fri, 08 Nov 2024 23:41:24 +0000 https://larociokinesiologa.com/2024/11/07/create-your-own-scent/ Desde niñas, a muchas de nosotras nos enseñaron que el mundo físico, el deporte y el movimiento son terrenos donde los niños deben brillar, mientras nosotras aprendemos a movernos con "gracia", pero no necesariamente con poder. A lo largo de la vida, esta narrativa se refuerza en la familia, la escuela y la sociedad en general, impactando tanto en la forma en que nos vemos como en la manera en que usamos nuestros cuerpos. Un área aparentemente insignificante, como el lanzamiento por encima del hombro, puede revelar mucho sobre los efectos de la socialización de género y cómo ésta influye en nuestro desarrollo físico, emocional y social.

¿Por qué hablar de lanzar?

El lanzamiento por encima del hombro, una habilidad motora compleja que combina fuerza, coordinación y precisión, es mucho más que un gesto deportivo. En este movimiento, se revelan las expectativas sociales, las oportunidades (o la falta de ellas), y las creencias sobre qué tan "atléticas" podemos ser las mujeres. A través de este simple acto, se pueden observar diferencias profundas entre géneros que, lejos de estar solo relacionadas con las capacidades biológicas, tienen mucho que ver con la socialización.

El estudio analizado (referencia al pie de página), investiga las diferencias de género en el lanzamiento, y nos muestra algo sorprendente: no existen diferencias significativas en el rendimiento cuantitativo entre niños y niñas. En otras palabras, cuando se trata de precisión al lanzar, las niñas pueden ser tan buenas como los niños. Sin embargo, cuando observamos el rendimiento cualitativo, es decir, cómo se ejecuta el movimiento, las niñas tienden a quedarse atrás. Pero ¿por qué? Aquí es donde entra en juego la socialización de género.

La trampa de la socialización: Nos dicen que no somos buenas lanzando (y terminamos creyéndolo)

Desde muy temprano, la sociedad nos enseña que algunas actividades físicas son "masculinas", mientras que otras, generalmente las más suaves y delicadas, se ven como "femeninas". No es coincidencia que los niños tengan más oportunidades para lanzar pelotas, correr y competir físicamente, mientras que a muchas niñas se nos inculca la idea de que debemos ser cuidadosas, elegantes y evitar "hacer cosas de niños".

Este condicionamiento influye directamente en cómo nos movemos. El estudio revela que las niñas a menudo no desarrollan una rotación del tronco adecuada al lanzar, lo que limita su potencia. Mientras los niños, apoyados por una sociedad que celebra su desarrollo físico, progresan en la calidad del movimiento durante la pubertad, las niñas tienden a estancarse en ciertos patrones. No se trata solo de que nuestros cuerpos no puedan; se trata de que no hemos sido entrenadas ni motivadas para hacerlo.

La socialización de género no solo afecta cómo lanzamos una pelota. Nos enseña a subestimarnos en muchos aspectos físicos y, por ende, emocionales y mentales. Nos acostumbramos a creer que no somos suficientemente buenas en ciertas áreas, lo que puede tener un impacto duradero en nuestra confianza, nuestra relación con el deporte y, más profundamente, con nuestros cuerpos.

El estancamiento en la pubertad: Cuando el cuerpo cambia y el apoyo desaparece

Durante la pubertad, los cuerpos cambian y, con ellos, nuestras habilidades motoras. Sin embargo, la forma en que estos cambios afectan a niños y niñas es muy diferente. Mientras los niños experimentan una mayor progresión física, las niñas tienden a enfrentar un estancamiento. ¿Por qué sucede esto? En parte, la pubertad femenina suele venir acompañada de un aumento en las presiones sociales para encajar en un molde de "feminidad" que rara vez valora la fuerza física. Se nos anima a centrarnos en nuestra apariencia (el peso), a controlar nuestros cuerpos más que a potenciarlos.

En lugar de ver el deporte como una oportunidad para seguir desarrollándonos, muchas de nosotras empezamos a vernos como "no deportistas" porque ya no encajamos en el ideal de la chica delgada, ágil y "femenina". Este es otro resultado directo de la socialización de género: el temor al juicio externo nos aleja de actividades físicas que podrían empoderarnos, y nos empuja hacia un enfoque más superficial de nuestro cuerpo.

La belleza y el rendimiento: Dos caras de la misma moneda

La cultura nos empuja a valorarnos más por nuestra apariencia que por nuestras habilidades. Este énfasis en la belleza por encima de la funcionalidad crea una relación distorsionada con nuestro cuerpo. Nos lleva a creer que lanzar bien o saltar alto no es "importante" o "femenino". Y así, las niñas no solo estancan su progreso en habilidades motoras como el lanzamiento, sino que también pierden la oportunidad de experimentar el poder y la confianza que se deriva del desarrollo físico.

La industria del fitness, que perpetúa mitos sobre la "perfección" corporal, refuerza este mensaje. Nos vende ejercicios para moldear un cuerpo atractivo, no para sentirnos fuertes o capaces. En lugar de celebrar el rendimiento físico, se nos enseña a ver nuestro cuerpo como un objeto a mejorar estéticamente.

La importancia de desafiar estas narrativas

Las diferencias en la calidad del lanzamiento no son producto de una inferioridad física innata, sino de la forma en que hemos sido socializadas. Si desde pequeñas fuéramos alentadas a explorar nuestras capacidades físicas sin las limitaciones de los estereotipos de género, podríamos descubrir que somos tan capaces como los niños, no solo en la precisión al lanzar, sino en todas las áreas de nuestra vida.

La solución no es solo que las niñas lancen mejor, sino que todas nosotras, aprendamos a reclamar nuestra capacidad física como parte integral de quienes somos. Esto implica cambiar cómo vemos el deporte y el movimiento: no como una cuestión de rendimiento cuantitativo o éxito superficial, sino como una forma de conectarnos con nuestros cuerpos, entenderlos y celebrarlos por lo que pueden hacer.

Reflexionemos juntas: ¿Qué tan lejos hemos lanzado nuestras propias expectativas?

No se trata solo de lanzar una pelota o de ser la más fuerte. Se trata de reconocer que merecemos ocupar todos los espacios, incluyendo aquellos que la sociedad nos ha negado. La próxima vez que dudes de tu capacidad física, recuerda que no es tu cuerpo el que te limita, sino las ideas que la sociedad ha impuesto sobre lo que significa ser mujer.

Gromeier M, Koester D and Schack T (2017) Gender Differences in Motor Skills of the Overarm Throw. Front. Psychol. 8:212. doi: 10.3389/fpsyg.2017.00212

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El Cuerpo Bajo Control: Cómo la Socialización de Género Moldea Nuestra Forma de Movernos https://larociokinesiologa.com/el-cuerpo-bajo-control/ https://larociokinesiologa.com/el-cuerpo-bajo-control/#respond Fri, 08 Nov 2024 09:59:00 +0000 https://larociokinesiologa.com/2024/11/07/top-10-classic-valentines-day-scents-for-her/

Desde que somos niñas, a muchas de nosotras nos han contado una historia: somos más frágiles, más débiles, menos capaces que los hombres. Este relato, disfrazado de consejos bien intencionados, se instala profundamente en nuestra mente y cuerpo, moldeando nuestra relación con nosotras mismas. La sociedad nos ha educado bajo lo que se llama socialización por género, un proceso que impone mandatos sobre cómo debemos comportarnos, movernos y hasta qué tanto espacio debemos ocupar. Pero ¿qué sucede cuando decidimos desafiar estos mandatos? ¿Qué pasa cuando reclamamos nuestra fuerza física, mental y emocional?

El mito de la fragilidad femenina

Uno de los principales mandatos que recibimos desde niñas es la idea de que nuestro cuerpo es frágil, torpe y debe ser protegido. ¿Cuántas veces escuchamos frases como "no corras que te puedes lastimar" o "las niñas no son buenas en los deportes"? Este tipo de mensajes, aunque parecen inofensivos, son poderosos. Están ahí para recordarnos que debemos ser cautelosas, que nuestra función no es ocupar el espacio ni usar nuestro cuerpo de forma libre y expansiva.

Lo más preocupante es que este mito no solo nos afecta a nivel físico, sino que también crea una desconexión emocional con nuestros cuerpos. Nos enseña a vernos como seres vulnerables, en lugar de reconocer nuestra capacidad para movernos con fuerza y determinación.

La socialización por género: las reglas invisibles que seguimos sin darnos cuenta

La socialización por género es ese proceso silencioso a través del cual nos enseñan a ser "femeninas." Desde pequeñas, aprendemos que debemos ser delicadas, cruzar las piernas al sentarnos, no levantar la voz, y definitivamente, no ser demasiado fuertes o rápidas. La idea es que debemos mantenernos en control, siempre "compuestas," para no incomodar a los demás. A diferencia de los niños, que son animados a explorar, correr y trepar, a nosotras se nos enseña a ser cautelosas y a ocupar el menor espacio posible.

Lo más peligroso de este proceso es que lo internalizamos de tal manera que no somos conscientes de cómo afecta nuestra relación con nuestro cuerpo. Aprendemos a contenernos, a no correr riesgos físicos, y eventualmente, a desconfiar de nuestras propias capacidades físicas. Y así, llegamos a la adolescencia y adultez creyendo que somos menos fuertes o ágiles que los hombres. Esto quizás no lo vivamos todas, o no de la misma manera, pero de seguro nos ha pasado a muchas de nosotras.

El impacto en nuestro desarrollo físico

Esta socialización no solo afecta nuestra percepción de nosotras mismas, sino también nuestro desarrollo físico. Cuando desde pequeñas se nos enseña que no somos buenas para los deportes o que debemos ser más delicadas, no desarrollamos nuestras habilidades físicas de la misma manera que los niños. Estudios demuestran que las niñas que crecen bajo estos estereotipos limitantes tienden a evitar el deporte y la actividad física, lo que resulta en una identidad física debilitada: no vemos nuestro cuerpo como una herramienta poderosa, sino como algo frágil que necesita protección.

Este déficit en la participación física tiene efectos a largo plazo. Las mujeres que no desarrollan una relación positiva con el ejercicio y el movimiento durante la niñez y la adolescencia son más propensas a evitar actividades físicas en la adultez, lo que podría afectar su salud general, su confianza y su bienestar emocional. A largo plazo, esto eventualmente puede llevar a una disminución en la calidad de vida, ya que la falta de ejercicio afecta tanto la salud física como mental​.

Cuestionando Mandatos: Recuperando el Espacio que Siempre Fue Nuestro

Desafiar los mandatos de género no es solo un acto de empoderamiento físico, sino una herramienta crucial para cuestionar y tomar conciencia de cómo estos estereotipos funcionan como mecanismos de control. La socialización de género, ese proceso silencioso que nos dice cómo debemos ser y comportarnos, actúa como una cadena invisible que limita nuestras posibilidades, no solo en el cuerpo, sino en todas las áreas de nuestra vida.

Desde niñas, se nos enseña que debemos ser delicadas, cuidadosas, no arriesgarnos demasiado. Estas expectativas nos moldean, no solo en cómo percibimos nuestro cuerpo, sino en cómo navegamos el mundo. El problema es que estos mandatos no son neutrales ni inofensivos. Nos mantienen dentro de un margen de acción restringido, donde nuestra fuerza y poder quedan contenidos bajo la justificación de que debemos ser "femeninas". Al entender esta socialización como un instrumento de control, podemos empezar a cuestionar: ¿quién se beneficia de que las mujeres ocupemos menos espacio, física y simbólicamente?

La importancia del cuestionamiento

Cuestionar los mandatos de género es vital, no solo para desmantelar las expectativas que hemos internalizado, sino también para crear nuevas narrativas que nos permitan explorar y expresar nuestras capacidades sin limitaciones. Es importante preguntarnos: ¿Por qué se nos ha enseñado a ser más contenidas? ¿Qué papel juega la cultura en esta narrativa? Y, sobre todo, ¿qué sucede cuando decidimos romper con estas reglas invisibles y nos permitimos movernos libremente?

Este proceso de cuestionamiento nos da la oportunidad de redefinir nuestras capacidades y de movernos por el mundo con una nueva confianza, una que no dependa de cumplir con expectativas externas, sino de descubrir nuestras propias posibilidades.

Reflexión final: Cuestionar para recuperar nuestro espacio

Tomar conciencia de cómo la socialización de género ha moldeado nuestras creencias no es un proceso sencillo, pero es necesario. No se trata de una "reconexión mágica" con nuestro cuerpo ni de cumplir con nuevos ideales, sino de cuestionar las historias que nos contaron sobre quiénes somos y qué podemos hacer. Estas historias, que nos enseñaron a ser más delicadas, a ocupar menos espacio y a ser menos visibles.

El cambio viene cuando dejamos de aceptar esos mandatos y empezamos a preguntarnos: ¿quién decidió que nuestro cuerpo no es fuerte? ¿Por qué nos han dicho que el movimiento y el ejercicio son solo para cumplir con expectativas externas?

Al cuestionar estas narrativas, esas reglas invisibles, tenemos la oportunidad de explorar el movimiento desde la curiosidad, no desde la obligación. No necesitamos ser las más rápidas, las más fuertes o las más perfectas. Cada vez que decidimos movernos por nosotras y no para cumplir con las expectativas de otros, estamos desafiando los estereotipos socioculturales que nos han impuesto.

Bibliografía

Young IM. Throwing like a girl: A phenomenology of feminine body comportment motility and spatiality. Hum Stud [Internet]. 1980;3(1):137–56. Disponible en: http://dx.doi.org/10.1007/bf02331805

Girls and young women's participation in physical activity: psychological and social influences Lester Coleman. Health Education Research, Volume 23, Issue 4, August 2008, Pages 633–647, https://doi.org/10.1093/her/cym040

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“Lanzar como una niña”: Cómo la socialización nos enseña a encogernos. https://larociokinesiologa.com/lanzar-como/ https://larociokinesiologa.com/lanzar-como/#respond Fri, 08 Nov 2024 08:59:00 +0000 https://larociokinesiologa.com/2024/11/07/my-makeup-bag/ Seguro que alguna vez has escuchado la frase "lanzas como una niña". Y probablemente, la primera vez que la oíste, no fue precisamente un cumplido. Pero, ¿alguna vez te has detenido a pensar en qué significa realmente? Lo curioso es que no tiene nada que ver con nuestras habilidades físicas. Las niñas, al igual que los niños, nacen con la capacidad de moverse, de correr, de lanzar con fuerza. Entonces, ¿Qué cambia?

En 1966 un señor llamado Erwin Straus (filósofo entre otras cosas) estudió "la notable diferencia en la manera de lanzar de los dos sexos". Citando un estudio y fotografías de niñas y niños de 5 años lanzando una pelota describió las diferencias y concluyo que las niñas lanzaban la pelota sin fuerza, velocidad ni puntería precisa, en comparación con los niños, también observó que las niñas no utilizaban sus piernas ni movían el tronco durante el lanzamiento, y que lo niños si hacían estas acciones. Y para explicar estas notables diferencias, (en realidad no pudo explicarlo), se lo atribuyo a una “esencia femenina”. En 1980 otra filosofa Iris Marion Young tomo este experimento para analizarlo, se indignó con la conclusión de “esencia femenina”, y realizo un mejor análisis, llegando a concluir que era el género el responsable de estos resultados.

Y si, la respuesta está en la socialización, esa sutil (o no tan sutil) manera en que la sociedad nos enseña cómo deberíamos ser. Desde pequeñas, muchas de nosotras aprendemos a ocupar menos espacio, a movernos con más cautela, a contenernos. Sin darnos cuenta, adoptamos una forma de estar en el mundo que es más pequeña de lo que realmente somos. Mientras tanto, a los chicos se les anima a expandirse, a moverse con toda su fuerza, como si el mundo fuera suyo para dominar.

Este patrón no solo se manifiesta en cómo lanzamos una pelota o corremos una carrera. Es algo que impregna nuestra vida cotidiana. Caminamos con cuidado, nos sentamos con las piernas juntas, evitamos hacer movimientos grandes o llamativos. Es como si, sin darnos cuenta, lleváramos un freno de mano puesto todo el tiempo.

Lo más preocupante de todo esto es que, al reducir nuestros movimientos, también limitamos cómo nos sentimos en el mundo. Esa sensación de tener que “encoger” nuestro cuerpo puede trasladarse a nuestra autoestima, a nuestra forma de tomar decisiones, a cómo nos relacionamos con los demás. Y lo peor es que ni siquiera somos conscientes de ello.

Pero, aquí va la reflexión importante: nada de esto es una regla inquebrantable. No estamos condenadas a movernos con menos fuerza, ni a sentirnos pequeñas. ¿Tenemos el poder de reescribir esta narrativa?

Respuesta corta: Si, respuesta larga: Si, aunque a veces puede ser un poco complejo. El primer paso es darnos cuenta de que nos han enseñado a habitar nuestro cuerpo de una manera limitada. El segundo, es decidir que no vamos a seguir jugando según esas reglas. Porque la realidad es que somos más fuertes, más poderosas y más libres de lo que nos han hecho creer. Y sí, lanzamos como una niña, porque así fue como nos educaron, como nos socializaron, no obstante, es posible cambiar estas creencias que nos dicen que debemos ser pequeñas, cuidadosas entre muchas otras.

Así que la próxima vez que escuches "lanzas como una niña", tómalo como un recordatorio de que aún queda mucho por desaprender y reescribir

Young IM. Throwing like a girl: A phenomenology of feminine body comportment motility and spatiality. Hum Stud [Internet]. 1980;3(1):137–56. Disponible en: http://dx.doi.org/10.1007/bf02331805

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La invisibilidad: Ficción para el hombre, realidad para la mujer https://larociokinesiologa.com/la-invisibilidad/ https://larociokinesiologa.com/la-invisibilidad/#respond Fri, 08 Nov 2024 08:59:00 +0000 https://larociokinesiologa.com/2024/11/07/mastering-the-at-home-manicure/

La invisibilidad, ese superpoder que cuando niña alguna vez quise tener, sin saber que por el solo hecho de haber nacido mujer ya lo tenía, pero no era un superpoder. Para ejemplificar esto nos encontramos con dos obras que, a pesar de compartir la palabra "invisible" en sus títulos, no podrían ser más diferentes en su impacto y significado para nuestra sociedad. Por un lado, tenemos "El Hombre Invisible" de H.G. Wells, una obra maestra de la ciencia ficción que ha cautivado la imaginación de generaciones. Por otro, "La Mujer Invisible" de Caroline Criado Pérez, un estudio meticuloso y alarmante sobre la realidad que enfrentamos las mujeres en un mundo diseñado por y para hombres.

Cuando pienso en estos dos libros me imagino en que sección de una biblioteca o librería estarían, y El Hombre Invisible de seguro está en la sección de ciencia ficción junto con otros clásicos como Viaje al Centro de la Tierra de Verne o Fundación de Asimov, mundos ficticios e historias fantásticas.

Cuando pienso en La Mujer Invisible esta no es una historia de ficción de hecho este libro está en la sección de ciencias sociales y eso para mí es más aterrador que todos los mundos ficticios que me pueda dar la ciencia ficción, porque la historia de Caroline Criado es completamente real.

La invisibilidad como poder y maldición

En la novela de Wells, la invisibilidad es un superpoder adquirido a través de la ciencia, que rápidamente se convierte en una maldición para su protagonista. Griffin, el científico convertido en hombre invisible, lucha con las consecuencias de su condición, enfrentándose al aislamiento y a la pérdida de su humanidad. Es una historia que nos hace reflexionar sobre los límites de la ciencia y la naturaleza humana. Sin embargo, esta invisibilidad es una fantasía, un concepto que nos atrae precisamente porque es imposible en nuestro mundo real.

La invisibilidad como opresión sistémica

En contraste, Caroline Criado Pérez nos presenta una invisibilidad mucho más insidiosa y real. En "La Mujer Invisible", no hablamos de una condición fantástica, sino de una realidad cotidiana para la mitad de la población mundial. La autora expone cómo las mujeres somos sistemáticamente ignoradas en la recopilación de datos, el diseño de productos, la planificación urbana, las políticas públicas y la atención médica.

Esta invisibilidad no es un superpoder, sino una forma de opresión que tiene consecuencias tangibles y a menudo peligrosas:

- Medicamentos probados principalmente en hombres que pueden ser ineficaces o perjudiciales para nosotras.

- Sistemas de transporte que no consideran nuestros patrones de movimiento típicos.

- Espacios públicos diseñados sin tener en cuenta nuestras necesidades de seguridad.

- Políticas económicas que no valoran el trabajo no remunerado, realizado mayoritariamente por nosotras, las mujeres.

 La ironía de la invisibilidad

Mientras que, en la ficción de Wells, el hombre invisible lucha por ser visto y reconocido, en nuestra realidad, las mujeres luchamos contra una invisibilidad impuesta por sistemas y estructuras que nos ignoran sistemáticamente.

El libro de Caroline Criado Pérez nos obliga a confrontar una verdad incómoda: vivimos en un mundo que nos trata a nosotras las mujeres como si fuéramos invisibles, no por una poción mágica o un experimento científico, sino por sesgos profundamente arraigados y una falta de consideración sistemática.

Hacer visible lo invisible

El verdadero desafío que nos presenta "La Mujer Invisible" es cómo podemos empezar a ver y abordar esta invisibilidad sistémica. No se trata de un villano singular al que podamos derrotar, como en la novela de Wells, sino de restructurar fundamentalmente cómo recopilamos datos, diseñamos productos y espacios, y creamos políticas.

La visibilidad que necesitamos es la del reconocimiento, la inclusión y la representación equitativa en todos los aspectos de la sociedad.

Mientras "El Hombre Invisible" permanece como una obra clásica de la ciencia ficción, "La Mujer Invisible" nos desafía a confrontar y cambiar nuestra realidad. Es un llamado a la acción para que todas/todos nosotras trabajemos para crear un mundo donde ninguna de nosotras sea invisible, donde las experiencias y necesidades de todas/todos sean consideradas y valoradas por igual.

La verdadera ciencia ficción no es la invisibilidad física, sino la idea de que se puede seguir ignorando a la mitad de la población y esperar prosperar como sociedad. Es importante hacer visible lo invisible y construir un mundo verdaderamente equitativo para todas/todos.

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La importancia de la Autonomía para la Mujeres https://larociokinesiologa.com/importancia-autonomia/ https://larociokinesiologa.com/importancia-autonomia/#respond Thu, 07 Nov 2024 20:59:15 +0000 https://larociokinesiologa.com/2024/11/07/benefits-of-opting-for-gel-nails/ La autonomía es comprendida como “la capacidad de las personas para tomar decisiones libres e informadas sobre sus vidas, de manera de poder ser y hacer en función de sus propias aspiraciones y deseos en el contexto histórico que las hace posibles” (CEPAL, 2011). 

Por lo que la autonomía es esencial para que nosotras las mujeres podamos ejercer plenamente nuestros derechos humanos. Esto incluye tener control sobre nuestro propio cuerpo (autonomía física o corporal), la capacidad de generar ingresos y recursos (autonomía económica), y la participación activa en las decisiones que afectan nuestras vidas y comunidades (autonomía en la toma de decisiones). Estos tres pilares son fundamentales para alcanzar una mayor igualdad de género.

Para que las mujeres tengamos autonomía, es crucial que podamos tomar decisiones libres sobre nuestras vidas en condiciones concretas. Esto implica liberarnos de la responsabilidad exclusiva de las tareas reproductivas y de cuidado, garantizando el ejercicio de nuestros derechos reproductivos. Además, es vital que participemos plenamente en la vida política del país, a todos los niveles de toma de decisiones. En consecuencia, es necesario adoptar medidas que aseguren la igualdad en la toma de decisiones y que promuevan una vida libre de violencia para todas nosotras.

La autonomía de las mujeres suele conceptualizarse en 3 dimensiones: 

1.- Autonomía Económica: Se refiere a nuestra habilidad para obtener ingresos y recursos propios mediante el acceso a trabajos remunerados en igualdad de condiciones con los hombres. Esto también incluye la consideración del uso del tiempo y nuestra contribución a la economía.

2.- Autonomía en la Toma de Decisiones: Se refiere a nuestra inclusión en todos los niveles de los poderes del Estado y a las acciones dirigidas a fomentar nuestra participación plena y equitativa. Esta autonomía implica que nosotras participemos activamente en las decisiones que impactan nuestras vidas, así como las de nuestras familias, comunidades y la sociedad en general.

3.- Autonomía Física o Corporal: Es la capacidad de decidir sobre mi propio cuerpo en cualquier momento y lugar, sin miedo a la coacción, la discriminación, la violencia, o a que alguien decida por mí. La autonomía física o corporal se manifiesta en dos dimensiones que abordan problemas sociales significativos: el respeto a los derechos reproductivos de las mujeres y la violencia de género.

- La autonomía física implica la libertad de tomar decisiones sobre la sexualidad, la reproducción, y el derecho a vivir una vida libre de violencia.

EL PODER DE DECIR “SI” Y EL DERECHO A DECIR “NO”

El logro de la autonomía física o corporal depende de la igualdad de género y de la ampliación de las opciones y las oportunidades para las niñas, adolescente y mujeres.

Autonomía Corporal y Salud

La capacidad de decisión es sinónimo de poder, y ninguna decisión es tan importante como las relacionadas con el propio cuerpo.

El derecho a la salud incluye la capacidad de decidir por nosotras mismas, buscar y recibir información, y acceder a servicios de salud reproductiva y sexual. Esto está reconocido por la ONU (Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de las Naciones Unidas, 2016).

Disfrutar de la salud sexual y reproductiva es esencial para nuestra autonomía y está estrechamente ligado a nuestros derechos civiles y políticos, que protegen nuestra integridad física y mental. Tener la libertad de tomar decisiones responsables sobre nuestro cuerpo y salud, sin violencia, coacción ni discriminación, es fundamental.

Poder decidir sobre nuestra sexualidad, anticoncepción y salud reproductiva nos da muchos beneficios: mejor salud, independencia económica, más tiempo libre y menos riesgo de sufrir violencia de género. Si decidimos tener hijos, es más probable que ellos también gocen de buena salud (UNFPA, 2020e).

Como se señaló en la Plataforma de Acción de Beijing: "La salud de la mujer también se ve sujeta a discriminaciones por motivos de género en el sistema de salud y por los servicios médicos insuficientes e inadecuados que se prestan a las mujeres."

“Un consejo para cualquier trabajador de la salud sería tener empatía”

La autonomía requiere información

“Las mujeres debemos saber cómo funcionan nuestros cuerpos, para que podamos tomar decisiones por nosotras mismas y evitar que otros las tomen por nosotras”.

Ejercer la autonomía corporal no solo implica la capacidad de elegir libremente, sino también de tomar decisiones informadas basadas en un análisis cuidadoso de los hechos y opciones disponibles. Las mujeres con un mayor nivel educativo tienen más probabilidades de tomar decisiones autónomas sobre el uso de anticonceptivos y la atención médica, además de poder negarse a mantener relaciones sexuales. En contraste, una mujer con un nivel educativo inferior al de su marido o pareja es más propensa a sufrir violencia sexual. Asimismo, hay una correlación entre el acceso de las mujeres y niñas a los medios de comunicación de masas y el uso de anticonceptivos, así como la búsqueda de atención médica (UNFPA, 2019).

Disponer de información precisa sobre el propio cuerpo y salud es indispensable para ejercer la autonomía corporal

La Interrelación de las Autonomías

Las diferentes formas de autonomía están conectadas entre sí, formando un sistema complejo que no se puede entender ni abordar por separado. Las autonomías deben ser vistas en conjunto, considerando sus relaciones e interdependencias. Esto nos permite entender mejor los mecanismos que contribuyen a la desigualdad entre hombres y mujeres.

Estas interrelaciones muestran la necesidad de un enfoque integral para lograr la igualdad de género y asegurar nuestra participación en el desarrollo sostenible. La idea de nuestra autonomía también nos ayuda a reconocer la desigualdad estructural y los patrones culturales históricos que nos han puesto en una posición de subordinación, basados en lo que se conoce como contrato sexual (Pateman, 1995), un mandato social que dictaba cómo debíamos ser.

Mi cuerpo me pertenece

En conclusión, es vital que todas las mujeres nos cuestionemos sobre nuestra propia autonomía y reconozcamos la importancia de la autonomía corporal. Conocer y entender cómo funciona nuestro propio cuerpo no solo nos empodera, sino que también nos da el control y la capacidad de tomar decisiones informadas sobre nuestra salud y bienestar. ¡Así que, chicas, no duden en informarse, preguntar y reclamar su autonomía! Recuerden que cada paso hacia el conocimiento y la libertad es un paso hacia una vida más plena y equitativa. ¡Vamos a celebrar nuestra autonomía y a seguir avanzando juntas!

Bibliografía

Estado de la Población Mundial 2021: “Mi cuerpo me pertenece: reclamar el derecho a la autonomía y la autodeterminación”. UNFPA América Latina y el Caribe. 2021. Disponible en: https://lac.unfpa.org/es/publications/estado-de-la-poblaci%C3%B3n-mundial-2021-%E2%80%9Cmi-cuerpo-me-pertenece-reclamar-el-derecho-la

Las Autonomías de las Mujeres “El Reconocimiento del Sujeto de Derecho. Documento de la Capacitación. Flacsolab.cl. Disponible en: https://flacsolab.cl/wp-content/uploads/2021/11/Las-Autonomias-de-las-Mujeres-1.pdf

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