La invisibilidad, ese superpoder que cuando niña alguna vez quise tener, sin saber que por el solo hecho de haber nacido mujer ya lo tenía, pero no era un superpoder. Para ejemplificar esto nos encontramos con dos obras que, a pesar de compartir la palabra "invisible" en sus títulos, no podrían ser más diferentes en su impacto y significado para nuestra sociedad. Por un lado, tenemos "El Hombre Invisible" de H.G. Wells, una obra maestra de la ciencia ficción que ha cautivado la imaginación de generaciones. Por otro, "La Mujer Invisible" de Caroline Criado Pérez, un estudio meticuloso y alarmante sobre la realidad que enfrentamos las mujeres en un mundo diseñado por y para hombres.
Cuando pienso en estos dos libros me imagino en que sección de una biblioteca o librería estarían, y El Hombre Invisible de seguro está en la sección de ciencia ficción junto con otros clásicos como Viaje al Centro de la Tierra de Verne o Fundación de Asimov, mundos ficticios e historias fantásticas.
Cuando pienso en La Mujer Invisible esta no es una historia de ficción de hecho este libro está en la sección de ciencias sociales y eso para mí es más aterrador que todos los mundos ficticios que me pueda dar la ciencia ficción, porque la historia de Caroline Criado es completamente real.
La invisibilidad como poder y maldición
En la novela de Wells, la invisibilidad es un superpoder adquirido a través de la ciencia, que rápidamente se convierte en una maldición para su protagonista. Griffin, el científico convertido en hombre invisible, lucha con las consecuencias de su condición, enfrentándose al aislamiento y a la pérdida de su humanidad. Es una historia que nos hace reflexionar sobre los límites de la ciencia y la naturaleza humana. Sin embargo, esta invisibilidad es una fantasía, un concepto que nos atrae precisamente porque es imposible en nuestro mundo real.
La invisibilidad como opresión sistémica
En contraste, Caroline Criado Pérez nos presenta una invisibilidad mucho más insidiosa y real. En "La Mujer Invisible", no hablamos de una condición fantástica, sino de una realidad cotidiana para la mitad de la población mundial. La autora expone cómo las mujeres somos sistemáticamente ignoradas en la recopilación de datos, el diseño de productos, la planificación urbana, las políticas públicas y la atención médica.
Esta invisibilidad no es un superpoder, sino una forma de opresión que tiene consecuencias tangibles y a menudo peligrosas:
- Medicamentos probados principalmente en hombres que pueden ser ineficaces o perjudiciales para nosotras.
- Sistemas de transporte que no consideran nuestros patrones de movimiento típicos.
- Espacios públicos diseñados sin tener en cuenta nuestras necesidades de seguridad.
- Políticas económicas que no valoran el trabajo no remunerado, realizado mayoritariamente por nosotras, las mujeres.
La ironía de la invisibilidad
Mientras que, en la ficción de Wells, el hombre invisible lucha por ser visto y reconocido, en nuestra realidad, las mujeres luchamos contra una invisibilidad impuesta por sistemas y estructuras que nos ignoran sistemáticamente.
El libro de Caroline Criado Pérez nos obliga a confrontar una verdad incómoda: vivimos en un mundo que nos trata a nosotras las mujeres como si fuéramos invisibles, no por una poción mágica o un experimento científico, sino por sesgos profundamente arraigados y una falta de consideración sistemática.
Hacer visible lo invisible
El verdadero desafío que nos presenta "La Mujer Invisible" es cómo podemos empezar a ver y abordar esta invisibilidad sistémica. No se trata de un villano singular al que podamos derrotar, como en la novela de Wells, sino de restructurar fundamentalmente cómo recopilamos datos, diseñamos productos y espacios, y creamos políticas.
La visibilidad que necesitamos es la del reconocimiento, la inclusión y la representación equitativa en todos los aspectos de la sociedad.
Mientras "El Hombre Invisible" permanece como una obra clásica de la ciencia ficción, "La Mujer Invisible" nos desafía a confrontar y cambiar nuestra realidad. Es un llamado a la acción para que todas/todos nosotras trabajemos para crear un mundo donde ninguna de nosotras sea invisible, donde las experiencias y necesidades de todas/todos sean consideradas y valoradas por igual.
La verdadera ciencia ficción no es la invisibilidad física, sino la idea de que se puede seguir ignorando a la mitad de la población y esperar prosperar como sociedad. Es importante hacer visible lo invisible y construir un mundo verdaderamente equitativo para todas/todos.