Lanzando Barreras: Cómo la Socialización de Género Impacta Nuestras Habilidades Motoras y Cómo “Lanzar Como Niña” Lo Explica Todo
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Lanzando Barreras: Cómo la Socialización de Género Impacta Nuestras Habilidades Motoras y Cómo “Lanzar Como Niña” Lo Explica Todo
Si alguna vez has escuchado la frase "lanzas como niña", sabes que no es un elogio. Lo que debería ser un simple comentario sobre cómo lanzamos, a menudo es una crítica disfrazada que minimiza nuestras habilidades físicas, nos reduce a seres menos competentes y nos impone una etiqueta que nunca pedimos. Iris Marion Young, en su ensayo "Lanzar como niña"

Si alguna vez has escuchado la frase "lanzas como niña", sabes que no es un elogio. Lo que debería ser un simple comentario sobre cómo lanzamos, a menudo es una crítica disfrazada que minimiza nuestras habilidades físicas, nos reduce a seres menos competentes y nos impone una etiqueta que nunca pedimos. Iris Marion Young, en su ensayo "Lanzar como niña", desmenuza este fenómeno y lo conecta con la forma en que las mujeres experimentamos nuestro cuerpo en una sociedad que constantemente nos dice qué hacer con él. Curiosamente, las observaciones que Young hace en su texto filosófico encuentran eco en estudios recientes sobre el rendimiento motor y las diferencias de género. El cuerpo no se escapa de las estructuras sociales, y mucho menos cuando se trata de cómo nos movemos, nos desenvolvemos y hasta cómo lanzamos.

¿Lanzar como niña o lanzar bajo el peso de la cultura?

Iris Marion Young sugiere que el acto de "lanzar como niña" es una expresión de la forma en que las mujeres aprendemos a habitar nuestros cuerpos de manera restrictiva y fragmentada. En lugar de movernos con confianza y libertad, tendemos a hacerlo con cautela, protegiéndonos de posibles juicios o peligros. No es que nuestras habilidades físicas sean inferiores; es que hemos sido socializadas para contenerlas. Esta idea central en su ensayo coincide notablemente con los hallazgos del estudio sobre diferencias de género en el lanzamiento por encima del hombro.

Cuando el estudio señala que no existen diferencias cuantitativas significativas entre niños y niñas en cuanto a la precisión del lanzamiento, vemos que las niñas tienen la capacidad de ser tan precisas como los niños. Sin embargo, cuando observamos el rendimiento cualitativo, surge una brecha. Las niñas no utilizan el cuerpo de la misma manera: su rotación del tronco es menos eficiente, sus pasos más tímidos, y sus movimientos carecen de la fluidez y coordinación que los niños tienden a desarrollar.

Lo que Iris Marion Young describe en su ensayo —la contención corporal y la falta de confianza en el uso de nuestras capacidades físicas— está presente también en los resultados de este estudio. No se trata de que no sepamos lanzar; se trata de que hemos sido enseñadas a no hacerlo completamente. Hemos sido entrenadas, en un sentido cultural, para movernos con "gracia" pero no con poder. Así, nuestras acciones, desde el lanzamiento de una pelota hasta la forma en que ocupamos el espacio, reflejan una vida de contención física.

El estancamiento en la pubertad: Cuando el cuerpo cambia y la sociedad nos contiene más

Iris Marion Young señala que las mujeres vivimos nuestro cuerpo como algo fragmentado, como si no pudiéramos integrarlo en un todo funcional. Esta experiencia es clara durante la pubertad, cuando el estudio revela que las niñas tienden a estancarse en su desarrollo motor, mientras que los niños continúan progresando. En lugar de avanzar hacia movimientos más potentes y coordinados, las niñas parecen "congelarse" en ciertas técnicas menos efectivas, especialmente en la rotación del tronco y el retroceso del brazo (backswing).

Esto no es solo un fenómeno físico, sino una manifestación de la forma en que nos enseñan a estar en el mundo. Durante la pubertad, muchas niñas reciben mensajes claros: "No seas demasiado visible, se cuidadosa no se te vaya a ver algo, no ocupes demasiado espacio". Estos mensajes se internalizan profundamente, y como resultado, evitamos movimientos grandes y expansivos. No es que no podamos lanzar o correr con la misma fuerza que los niños; es que aprendemos a contenernos para no romper las normas sociales.

En este sentido, tanto el ensayo de Iris Marion Young como el estudio sobre las habilidades de lanzamiento apuntan a un problema más grande: el modo en que la cultura nos enseña a experimentar y usar nuestro cuerpo. La pubertad marca el punto en el que estas expectativas sociales se solidifican, convirtiéndose en barreras invisibles que nos impiden desarrollar todo nuestro potencial físico. No es casualidad que las niñas tiendan a estancarse en esta etapa, mientras que los niños son impulsados a seguir adelante, perfeccionando su técnica y explorando su fuerza.

El mito del cuerpo femenino frágil: Cuando la belleza importa más que el rendimiento

Tanto Iris Marion Young como los autores del estudio apuntan a una idea fundamental: la forma en que el cuerpo femenino es socialmente construido. Mientras a los niños se les enseña a usar su cuerpo como una herramienta de acción y poder, a las niñas se nos enseña a ver nuestro cuerpo como un objeto que debe ser moldeado y controlado, sobre todo desde la perspectiva estética. Esto impacta profundamente en cómo experimentamos el movimiento.

Los resultados del estudio muestran que las niñas no logran desarrollar una rotación del tronco tan eficiente como los niños. Esto podría deberse a que, socialmente, se nos enseña que nuestro cuerpo debe moverse de manera "grácil" y controlada, no con fuerza o potencia. Aquí es donde el mito de la belleza entra en juego: el cuerpo femenino debe ser atractivo, no funcional.

Iris Marion Young critica esta fragmentación del cuerpo, señalando que muchas mujeres no sienten que tienen el derecho de usar todo su cuerpo con libertad. El lanzamiento por encima del hombro es solo una expresión más de este fenómeno: no es que nuestras habilidades físicas sean inherentemente inferiores, sino que la sociedad ha definido cómo podemos y debemos usar nuestros cuerpos. El resultado es que muchas de nosotras crecimos limitadas, sin sentir que podíamos aprovechar nuestra fuerza física sin ser juzgadas o ridiculizadas.

Reclamando nuestro cuerpo: Lanzar como acto de resistencia

Tanto el estudio como las reflexiones de Iris Marion Young nos invitan a cuestionar las formas en que hemos sido enseñadas a ocupar nuestros cuerpos. No se trata simplemente de lanzar mejor una pelota, sino de reclamar nuestra capacidad física y nuestra relación con el movimiento. Aprender a lanzar con fuerza y precisión no es solo un desafío físico, sino también un acto de resistencia contra las normas sociales que nos han contenido.

Cuando lanzamos una pelota, cuando corremos, cuando saltamos, estamos haciendo más que mover nuestro cuerpo: estamos rompiendo con una narrativa cultural que ha intentado limitarnos durante siglos. La próxima vez que escuches a alguien decir "lanzas como niña", pregúntate: ¿qué significa realmente esa frase? Si significa moverse bajo el peso de la expectativa social, entonces, ¿por qué no desafiarla?

Como bien dice Iris Marion Young, "lanzar como niña" no tiene que ver con nuestra incapacidad, sino con la forma en que la sociedad nos ha enseñado a experimentar el mundo físico.

Este cruce entre el ensayo de Iris Marion Young y el estudio sobre el rendimiento motor nos revela una verdad profunda: no somos nosotras las que estamos limitadas; es la cultura la que nos ha limitado. Lanzar una pelota puede parecer un acto simple, pero detrás de ese movimiento se esconde un universo de expectativas sociales que debemos desmantelar.

Young IM. Throwing like a girl: A phenomenology of feminine body comportment motility and spatiality. Hum Stud [Internet]. 1980;3(1):137–56. Disponible en: http://dx.doi.org/10.1007/bf02331805

Gromeier M, Koester D and Schack T (2017) Gender Differences in Motor Skills of the Overarm Throw. Front. Psychol. 8:212. doi: 10.3389/fpsyg.2017.00212

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