Cuando era adolescente, veía los 40 con temor y desagrado, influenciada por mi mamá y mis tías que luchaban contra los signos de la edad. Las arrugas, las canas, el peso y el cambio de vestimenta parecían símbolos de una barrera infranqueable. Parecía que al cumplir 40, había que resignarse a una vida menos atractiva y más limitada.
Pero ahora que he llegado a los 40, mi perspectiva ha cambiado drásticamente. No me siento abrumada ni desesperada. Mi ropa sigue siendo la misma de mis 30 y me siento libre de las presiones externas que intentan dictar cómo debo verme y sentirme.
Estoy consciente de los cambios físicos y los acepto con curiosidad y comprensión. No lucho contra el envejecimiento; en lugar de eso, cuido mi piel y celebro cada arruga y cana como testimonio de mi vida vivida. La guerra contra el envejecimiento es una batalla creada por las marcas para hacernos gastar dinero, y prefiero usar ese dinero en cosas que realmente me importan.
"Asegúrate de que las arrugas que tengas sean de felicidad. No las vas a evitar para siempre, así que más vale crearlas sonriendo, riendo y divirtiéndote. ¡Eso siempre es hermoso!"
Lo más importante es reconocer que no existe un estereotipo de mujer de 40. Cada mujer de esta edad es única y diversa. Algunas tienen hijos, otras no. Algunas están casadas, otras solteras, en pareja, iniciando nuevas relaciones, liderando en sus trabajos o emprendiendo. Somos tan diversas que encasillarnos en un solo estereotipo es absurdo.
Este es un llamado a todas las mujeres: dejemos de creer en los viejos cuentos de antaño que nos quitan el poder de decisión. A esta edad, somos nosotras quienes llevamos las riendas de nuestra vida. Hagámoslo valer y celebremos nuestra diversidad y fortaleza. Cada edad trae su propio poder y belleza, y los 40 no son la excepción.